XIV: Cómo Conseguir un Contrato con una Multinacional Discográfica y Comerse una Multa sin Salsa.
El Arquitecto metido a productor discográfico (Capítulo XII) nos llamó un lunes por la mañana (como si hubiera encontrado la piedra filosofal o estuviera teniendo un orgasmo a lo Meg Ryan en Cuando Harry Encontró a Sally) diciendo que ya había seleccionado las canciones para el nuevo disco y que íbamos a grabarlo en Italia en el mes de enero.
El señor Pelillas (que así se llamaba este individuo) insistía en que debíamos buscar una seña de identidad que distinguiera al grupo del resto de conjuntos músico-vocales patrios.
Aquel hombre continuaba obsesionado con Los Beatles, no se le ocurrió nada mejor que sugerirnos que nos vistiéramos todos de blanco y negro y así lo hicimos (menos mal que no dijo que nos rapásemos la cabeza o nos sacáramos la chorra en los conciertos porque con lo desesperados que estábamos lo hubiéramos hecho igualmente).